sábado, 12 de junio de 2010

El aburrimiento es lo que tiene

12 de junio de 2010. Once y media de la mañana, me levanto de la cama con la perrería típica de quien ha acabado de exámenes y no tiene nada que hacer y, lo que es peor, nada en que pensar. Aún queda un mes para el examen que pondrá el broche final a mis estudios universitarios en Publicidad y Relaciones Públicas, y no, no estoy demasiado agobiada, como puede verse.

Hoy es uno de esos días en que el positivismo nubla mi mente y siento que me apetece hacer algo que ayude a ir girando mi vida hacia aquél sitio al que deseo conducirla (aunque cada día piense en una dirección diferente). Y entonces se enciende mi cerebro mientras me quito las legañas y se me ocurre la brillante y la poco original idea de hacer un blog. ¿Y por qué no? Si hoy en día, envueltos en una sociedad de la información cada vez más exigente y deseosa de la inmediatez y retroalimentación que permite la Web 2.0, cualquier hijo de vecino tiene un blog en el que quejarse de lo cara que está la vida, o en el que mostrar vídeos de sus amigos haciendo botellón e intentando poseer el título de más friki de España y del mundo entero.

En esta sociedad en la que nos ha tocado vivir, lo que está claro es que si no comunicas, no existes, y la idea de escribir este blog no es porque tema el desvanecimiento de mi persona en el espacio virtual, (que sí, es muy probable que estuviese ocurriendo) si no porque creo que , como cualquier persona, tengo mucho que decir, y además, tengo el apasionado deseo de compartir algunos pensamientos con otros bloggeros, o, en su defecto, con esos familiares y amigos sufridos e incansables que aunque sólo sea por subirte el ánimo son capaces de leer tus diez entradas diarias, aunque no les interesen en absoluto; Y con esto último es imposible no pensar en las dos personas a las que mejor se les da hacer ese trabajo: mis dos abuelas: Ojalá ellas supiesen navegar por internet para leer mis entradas y decirme “lo mucho que valgo”.

¿Y un blog sobre qué? La verdad es que aún, (dos y diez de la tarde) no he logrado decidir una temática, y como no me apetece decidirme por alguna en concreto, jugaré a escribir “a lo Pocahontas” por aquello de, a donde me lleve el viento. Y ahora la típica pregunta que haría mi padre mostrando una pequeña dosis de admiración progenitora: ¿Y eso para qué sirve? La incapacidad de respuesta colabora sin duda a que deje de incrementar su admiración hacia mí, porque, hablando en plata, soy muy consciente de las poquísimas probabilidades de que alguien ajeno a mi círculo social más inmediato decida un día entrar a este blog para leer alguna de mis divagaciones con muy poco sentido, pero aún así, por si las moscas, bienvenido sea cualquier lector a este humilde almacén de ideas.

Como siempre, me disponía a escribir dos o tres líneas que inaugurasen este blog, y en las que se palpase la ilusión de quien empieza un nuevo camino, pero, perdonen la redundancia, como siempre, se me fue de las manos… prometo aprender a sintetizar un poco más mis ideas con el transcurso de este blog.

Gracias por leerme.

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